Tras haber creado tu pieza en el torno alfarero, solo te queda esmaltarla. El esmaltado es una de las posibles formas de acabado de la cerámica y, al contrario de lo que se suele pensar, no es un proceso difícil, pero sí requiere unos conocimientos previos. Por eso, con esta guía de esmaltes cerámicos conocerás los distintos tipos de esmaltes y te vamos a dar unos consejos básicos para que tu obra de arcilla quede espectacular.
Antes de comenzar, ¿qué es un esmalte para cerámica y para qué se utiliza?
La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define en su primera acepción el esmalte como un “barniz vítreo que por medio de la fusión se adhiere a la porcelana, loza, metales y otras sustancias elaboradas”.
Esta definición sirve como primera aproximación, pero es necesario ampliarla y, para no abrumarte con complejas definiciones, vamos a explicártelo como el compuesto formado por materiales fundentes que se aplica sobre una pieza antes de ponerse en el horno. Al llegar a su punto óptimo de cocción, es necesario bajar la temperatura para que el esmalte no se convierta en fluido y se adhiera bien a la superficie formando una especie de capa cristalizada con todas las propiedades estéticas que la caracterizan.
El proceso de esmaltado –conocido como barnizado, vidriado, bañado, cubierta, recubrimiento o embellecimiento– puede realizarse mezclando tú mismo los distintos elementos o comprándolo ya hecho para aplicar directamente a la pieza (en polvo o en suspensión), que es lo más común en los talleres y cursos de alfarería.
Principalmente, la función de un esmalte es embellecer la pieza, es decir, dotarla de mayor belleza estética, aunque también impermeabilizarla para múltiples usos como el culinario y también hacerla más resistente y durable en el tiempo. Esto se consigue gracias a la sílice, que al ser absorbida por la obra artística forma silicatos, confiriéndole las propiedades indicadas.
Pero no todas las creaciones en barro o arcilla deben esmaltarse, pues a veces se requiere aprovechar la porosidad del material, que es una de sus principales características. Este sería el caso de los botijos o los cántaros de agua.
Nuestra mejor recomendación si quieres entrar en el mundo del esmaltado es que practiques y pruebes diferentes técnicas, porque no hay mejor forma de aprender que experimentando, el llamado “ensayo-error”.
Ni engobe ni frita: es cuestión de diferencias…
El esmaltado de la cerámica no se debe equivocar con el de la frita o fritta, pues, en este último, los materiales son llevados por encima de los 1450ºC para luego mezclarlos con agua y cristalizarlos, obteniendo así un compuesto más manejable y otorgando unas propiedades a la pieza similares a las de un esmalte. De hecho, la frita no es técnicamente un esmalte.
Tampoco debes confundir el esmalte con el engobe cerámico, ya que este último se consigue mediante una mezcla de arcillas que se colorean para obtener una amplia variedad de colores, texturas y volúmenes. Es el recurso más utilizado en la cerámica con niños; sin embargo, no se suele utilizar para el proceso de acabado final de una pieza porque otorga color mate. Si quieres comprar engobe en polvo o en suspensión, mira estas ofertas.
- Atención: este artículo no es aconsejable para niños menores de 6 años utilizar bajo vigilancia de un adulto.
Clasificación de los distintos tipos de esmaltes
Es muy difícil clasificar los esmaltes de forma sistémica, por eso, te hemos hecho un breve listado atendiendo a los criterios más utilizados por los expertos alfareros:
Según las características estéticas del esmalte
Esmaltes transparentes
Su principal característica es que permiten ver el soporte sobre el que se aplica. Pueden ser incoloros o con un pequeño tono de color si poseen colorantes o algún tipo de óxido metálico como el manganeso, el cromo, el níquel o el cobalto.
En este sentido, juega un papel importante la temperatura, los materiales de la mezcla y el color del propio barro, porque si trabajas con arcilla roja o negra será complicado lograr un alto grado de transparencia.
Esmaltes opacos
Incorporan elementos como óxido de estaño u óxido de zirconio que, al exponerse a altas temperaturas, impiden el paso de la luz, logrando el efecto contrario que tienen los esmaltes transparentes.
Pueden ser brillantes o mates y blancos o coloreados, evidentemente esta cuestión dependerá de los materiales que intervengan y de la temperatura de cocción. En este caso, la tonalidad del barro tiene poca influencia, por eso es el esmalte adecuado en arcillas oscuras.
Esmaltes semis o intermedios
Un esmaltado intermedio se consigue mediante pequeñas adiciones de materias en su justa proporción, considerando lo indicado en los dos casos anteriores. El efecto creado en las piezas de cerámica es muy estético dado que sirve para resaltar las texturas y crear contrastes.
Según la temperatura de cocción del esmalte
Esmalte cerámico de baja temperatura (950-1050ºC)
Para obtener este tipo de esmalte en cualquiera de sus formas –mate, transparente, brillo…– se requiere el uso de boro o plomo. Además, es muy común utilizar fritas.
Alta temperatura (1200-1300ºC), esmalte de gres o porcelana
Es la usada para gres o porcelana y puede obtenerse en brillo, en mate y en diferentes colores. Puedes utilizar una gran variedad de materiales fundentes como sodio, potasio, magnesio, zinc, bario o litio.
Lo único que debes de tener claro es que puedes aplicar un esmalte de baja temperatura a una pieza de gres o porcelana siempre que lo realices a los grados de cocción del esmalte; sin embargo, al contrario no será posible, debido a que el barro de baja temperatura se derretiría y deformaría con un esmalte de alta temperatura.
Según la composición o fundente usado en el esmalte
Esmaltes alcalinos o alcalino-térreos
Los fundentes principales son el potasio y el sodio, aunque también puede hacerse con litio, que es algo más caro; y con otros como el rubidio, el cesio o el francio, aunque es poco probable debido a las características de estos últimos elementos.
Son muy livianos, tienden a agrietarse y a aclarar los óxidos. Por eso, es el tipo de esmalte ideal para fabricar esmaltes blancos y para el interior de piezas utilitarias.
Esmaltes de plomo o plúmbicos
El plomo es el fundente más importante y con más larga trayectoria en la industria cerámica. Fue muy utilizado en un tiempo pasado por, entre otras características, saturarse de manera correcta con óxidos colorantes.
No es apto para utensilios culinarios y, actualmente, está limitado al uso industrial.
Esmaltes bóricos o borácicos
Como su propio nombre indica, el fundente principal es el boro (ácido bórico).
Su uso está muy extendido y se considera uno de los mejores esmaltes; tanto es así que se utiliza como base para otros tipos de esmaltado, porque es muy activo a bajas temperaturas, tiene baja expansión térmica, forma brillo y reduce la viscosidad.
Esmaltes de tipo intermedio
Es una mezcla de los anteriores. Así las combinaciones posibles son:
- Plumbífero-bórico.
- Alcalino-bórico.
- Alcalino-plumbífero.
- Alicalino-bórico-plumbífero.
Según el sistema de cocción y efectos superficiales
Esmaltes Rakú
La cerámica Rakú hace referencia tanto a la técnica como al tipo de alfarería tradicional japonesa utilizada básicamente para la creación de utensilios para la ceremonia del té.
Los esmaltes para Rakú suelen presentarse en polvo y son un tipo de acabado de aplicación directa para la decoración de la pieza.
Esmaltes craquelados o cuarteados
Presentan en la superficie unas grietas finas ocasionadas por los distintos coeficientes de dilatación de los materiales superficiales. Así, forman una especie de red con apariencia externa generalmente opaca.
Dadas sus características y que contienen plomo no son aptos para objetos relacionados con la alimentación, pero sí están indicados para pastas blancas destinadas a cerámica decorativa y a su empleo en la técnica del Rakú.
Esmaltes con efecto cristalizado
Es un tipo de esmalte que simula la aparición en la superficie de cristales, lo cual otorga un efecto estético muy bello.
Viene determinado por la superposición de esmaltes, es decir, en un primer momento suelen utilizarse los de tipo reactivo que, tras su mezcla con un segundo y dados en dos capas diferentes, ofrecen un resultado totalmente diferente sin necesidad de tener que usar esmaltes especiales o cristales.
Esmaltes con cenizas y feldespato
Son una mezcla de tres compuestos: feldespato, cenizas –generalmente de eucalipto tamizada– y arcilla blanca o roja.
Normalmente, se usan los tres elementos a partes iguales y, a partir de dicho testeado, se modifica la fórmula para adecuarla al aspecto cerámico que queramos darle, puesto que, al igual que ocurre con otros materiales, según la proporción que incorpores, el esmalte obtendrá diferentes matices en color oscuro y algo de textura.
Esmaltes salinos
Sus posibilidades son múltiples. Es una técnica que añade como fundente cloruro de sodio, es decir, sal común, el cual reacciona en el horno caliente con la sílice de la arcilla y crea un acabado vítreo y algo rugoso.
Aunque este tipo de esmalte es conocido, no es muy frecuente incluirlo en las obras cerámicas dado que requiere de un horno especial para su fabricación, pues la sal es corrosiva.
Esmaltes de aventurina o venturina
Su nombre procede de su parecido con la roca aventurina. Presenta miles de pequeñas cristalizaciones a modo de espejo suspendidas en un vidriado transparente. La estética de las piezas de aventurina es altísima, ya que, al observarlas a la luz, es posible ver muchísimos destellos multicolores favorecidos por los óxidos colorantes del cobre, el cromo y el cobalto.
Este esmalte puede conseguirse con cocción a bajas temperaturas usándose óxido de hierro calcinado e incluso limaduras de hierro.
Otras formas de clasificar los esmaltes cerámicos
Las que te hemos mostrado son solo algunas de las principales. A título informativo queremos que sepas que existirían otras maneras de clasificar los esmaltes, como por ejemplo:
- Según el tratamiento previo, distinguiéndose así entre crudos y fritados.
- Según el tipo de soporte cerámico, es decir, esmaltes para mayólica, loza, gres o porcelana; entre otras.
Técnicas, fórmulas y recetas para hacer esmaltes para cerámica
Explicar cómo hacer esmaltes es algo complejo porque las fórmulas y recetas son infinitas. Si vas a realizarlo tú mismo debes tener presente los cinco pasos a seguir: cálculo, dosificación, fusión de las materias o vitrificación de las sustancias solubles, molienda y mezcla final.
Si por el contrario prefieres comprar el esmalte ya hecho, encontrarás dos tipos de formato principalmente:
Esmalte en polvo
Las proporciones están especificadas en el producto, pero generalmente requieren un 40-50% agua. Tú solo tienes que mezclarlo para aplicarlo directamente.
Esmaltes en suspensión o líquido
Admiten un rango de temperatura amplio, son fáciles de aplicar y pueden encontrarse en todos los acabados posibles (brillantes, mates, transparentes…).
Ten en cuenta que, para esmaltar cualquier pella de arcilla, necesitarás una serie de utensilios básicos (recipientes, espátula, batidor, mascarilla y guantes), pero también otros específicos, que variarán dependiendo del modo que utilices:
Esmaltado por inmersión
Es una de las aplicaciones más utilizadas para la cerámica monocolor. Consiste en sumergir toda la pieza en un barreño lleno de esmalte para cubrir todas las zonas mientras se sujeta con unas pinzas especiales.
Esmaltado con pincel
Es ideal para piezas que vayan a contener varios colores, puesto que cada pincelada será única. Solo tienes que echar el esmalte en un recipiente y usar un pincel de pelo suave para una mejor aplicación.
Esmaltado por vertido o baño
es el más frecuente en superficies planas como platos, baldosas o macetas. Se realiza siempre sobre un recipiente y con ayuda de una jarra se va vertiendo el esmalte mientras mueves la pieza para que quede bien cubierta.
Esmaltado con aerógrafo
Se realiza con una pistola, a unos 30 centímetros de distancia de la pieza, de forma ascendente y descendente. Por seguridad, es importante que cuentes con una cabina de esmaltado bien ventilada y extractor.